martes, 13 de marzo de 2007

Asistencia de Atilio

Por aquel verano -ya era marzo, danzaban mosquitos y las últimas luces del calor- Atilio y yo íbamos a un mismo bar, a la misma hora. Nos encontrábamos y todo parecía una casualidad, y encontrarse era whisky con hielo, la barra, el saludo mínimo del dueño, la aparición de la mujer aroma. Sucedía con precisión matemática, noche tras noche, pero parecía tan casual. Era marzo, el último verano precipitándose hacia el junio eterno. Esa noche, como todas, allí estaba la mujer de boca maldita.
El ron me había impedido la palabra. Atilio notó con maestría mi dificultad hilvanatoria y se acercó a ella. Alcancé a oír: "tus ojos munen de verde la imaginación de mi compañero." Ella estiró las cejas, dio un trago rápido y sentenció su vaso sobre la barra. Caminó hacia mí, me enfrentó, me llevó a su departamento. Nunca lo olvidé Atilio, gracias.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno sr ag, lo unico que puedo desearle es que los años le hayan traido mas tolerancia al alcohol y a las mujeres..
saludos

Ela dijo...

Aaaah usted era de los que mandan a los amigos!
Que buenos amigos

Álvarez Gómez dijo...

No, yo no mandaba a andie. Atilio iba solo. Había códigos sabe.

Gracias anónimo por lo de la tolerancia, que siempre viene bien.