martes, 24 de julio de 2007

Introducción a un Fragmento de Atilio.

Este era de esos hombres cuyas turbaciones resultaban penosas para él, y epifánicas para el resto. En una época, cerca del final de nuestra juventud (tendríamos poco más de treinta años), Atilio dedicó algunas horas a pensar en sus afectos. En uno de sus cuadernos, sentado en la mesa de la cocina (sede originaria del CES), escribió un texto titulado Temor; transcribo uno de sus fragmentos.

Fragmento de “Temor” (declaración de Atilio).

"A que la emotividad se convierta en afecto "de palmadita", donde las amistades -que se han desgastado por falta de riego- se convierten en "qué bueno verlo, pero cómo lo trata la vida, exclamación, exclamación, súbita alegría (la de verlo y saber cómo anda, pero ojalá que siga muy bien con lo suyo, ¿y el trabajo cómo va?).

¡No al amor de palmadita, ese poco afectuoso contacto entre seres que se han querido pero que ahora, por las obligaciones y los kilos de papas, están como detrás de una bruma!"