viernes, 28 de septiembre de 2007

Recuerdos de Paula.

Algunos recuerdos de Paula y sus regiones.

En 1971, hicimos el amor contra una pared.
En agosto de ese año cocinó ñoquis.
Un año después, en el Tigre, compró un plantín de menta.
Media hora después fuimos al cine.

Durante el invierno de 1972 caminamos los adoquines de San Telmo.

Ahora no recuerdo mucho más. Sé que el beneficio de estas notas es volver en el tiempo. Sobre todo, amar. Amar aquello que es inasible.

viernes, 21 de septiembre de 2007

Acto y Discuro de Inauguración de la Asociación Libre.

En 1965 formé parte del grupo que dio origen a la Asociación Libre. Los objetivos, metas y cosmovisión del grupo fueron volcados a un documento que se leyó en el Acto Inaugura llevado a cabo en la sede oficial de Tigre. En el discurso se lee:

“Nos complace estar aquí reunidos en el Barrio de Tigre, usted, usted, y yo, para presenciar el acto de nacimiento de la Ascociación Libre. Ante todo, nos proponemos hacer las cosas bien: esto quiere decir que si formamos una asociación, lo hacemos como se debe. Toda asociación necesita un acto inaugural, que es éste, para dar comienzo a lo que venga después del acto.

Valoramos la libertad, entendida como la libre asociación de todo lo asociable. Esto quiere decir que si estamos en el Barrio de Tigre, reunidos, en el acto inaugural de la Asociación Libre, usted puede venir y decirme: señor, yo me quiero asociar porque en el barrio de Tigre está el verdadero Tigre de la Malasia, y Emilio Salgari toma mate en un bar cerca del puerto de frutos. Lo mejor de la primavera es eso, el olor a fruta, las moras de noviembre y ese violeta de los jacanandás. Jacarandás, para recibir. Ese señor, el que se me acaba de acercar hipotéticamente, está muy bien facultado para ser socio de nuestra asociación, porque lo importante es asociar y ser libres al hacerlo. No somos psicólogos: ellos hacen de esta labor una renta mensual. Nosotros, los miembros de la Asociación, simplemente asociamos con libertad. Porque nos gusta, y no queremos que nos juzguen.

Hoy, día de inauguración, somos tres. Mañana, quién dice, seremos unos cuantos.”

El discurso fue escrito en conjunto. Yo participé. Atilio lo leyó. No era mediodía.

jueves, 20 de septiembre de 2007

El Barbudo.

El Barbudo camina envuelto en su silencio y en sus ropas. Algunos conocerán su nombre: yo no. No me animo a hablarle por miedo a molestarlo. Duerme ahí, en la vereda, con las manos sosteniendo la cabeza como si estuviera en la playa. Parece cómo mientras duerme tirado sobre la rigidez del piso. El sí duerme en Buenos Aires.

A veces no está, y yo me pregunto adónde irá cuando su lugar en la vereda está vacío. Cuando llueve, por ejemplo, se las arregla de otra manera. No molesta a nadie. Camina entre la gente bien vestida del barrio y a veces, sin mucho gesto, pide un cigarrillo y le dan dos.

Una vez vi que sonreía cuando una jovencita le acercó un pedazo de torta.

Tiene una barba larga, pero una mañana –al verlo sin gorro- descubrí que era pelado. Pensativo se tocaba la barba cuando yo iba a trabajar. Cuando volvía, ya de noche, el Barbudo estaba casi en la misma posición, con una mano le jugaba a la barba.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Hilaridad de las Medusas.

Fuertemente influenciadas por la moda, en cierta época las Medusas fueron convencidas de que, hilarantes, eran más bellas. Si una mujer hilarante ya genera tumulto, ni se imagina lo que sucede con una Medusa. Ni hablar de un grupo de Medusas.

Vestidas con sus polleras cortas y zapatos de taco, luciendo largas piernas envueltas en medias, en cierta época las Medusas decidieron volverse hilarantes. Los Medusos, atontados, enloquecieron. Comenzaron a perseguirlas, incluso más ávidamente que de costumbre. Muchas de ellas se dejaban atrapar, porque entre tanto remolino ellas también se entusiasmaban. No debemos olvidar que aunque fueran Medusas, también tienen hormonas. Las que no se dejaban hacer el amor se hacían corretear por Medusos incrédulos, que las seguían sin importar el cansancio entre las olas y otros avatares marinos. Los que optaban por la súplica humillante se desanimaban y flotaban sin ímpetu, como Medusos muertos.

lunes, 17 de septiembre de 2007

Histeria de las Medusas.

Cuando les toca, la histeria de las Medusas es terrible. No es exactamente fingir lo que hacen, sino más bien inventarse problemas. Pero ellas, que flotan los mares, dicen no saber lo que les pasa.

Entonces se sientan en bares, piden café, leen libros complejos y los comentan, se convierten en Medusas intelectuales, hacen pausas imprevisibles al hablar, se asombran con el otoño o la primavera. Y los Medusos, que flotan los mares, las siguen porque está en su naturaleza y porque quieren hacerles el amor. Ellos las siguen por interés; ellas se dejan seguir porque así, se sienten lindas.

A los humanos les gustan los promedios. Por eso no distinguen –ni podrán hacerlo- las técnicas de flotación de las Medusas. Son todas diversas, incluso no hay dos Medusas que floten igual. Flotan moviendo levemente el cuerpo de lado a lado, haciendo ruido al caminar, moviendo la cintura; algunas se ponen pollera y medias negras –y los Medusos se vuelven todos locos; otras flotan en silencio, una falsa incógnita que fascina a los cautos espectadores.

Los Medusos, al parecer, son bastante tontos. Siempre andan detrás de alguna medusa flotante que lo esquiva y se le aleja aprovechando las corrientes marinas. Otras medusas invierten buena parte del sueldo en maquillaje y perfume, aunque lo usan poco porque con tanta agua alrededor la pintura se corre y el aroma se pierde entre el olor a alga.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Posiciones y hábitos amatorios de las Medusas.

Lo hacen una Medusa arriba de la otra, el Meduso la sostiene de la espalda, le besa los hombros descubiertos, y la medusa gira la cabeza para dejarse besar la boca abierta. La medusa se ondula y busca el movimiento que más la acerca al Meduso. Así durante un rato, hasta que la medusa se tuerce en espasmos, un orgasmo marino que en las profundidades casi ni se nota, pero que ellos disfrutan como medusos locos.

A pesar de informaciones de dominio público, las Medusas tienen una vida sexual intensa, muchas veces cercana a la euforia. La falta de expresión, dicen las Medusas, no tiene que ver con la apatía o la frigidez, sino meramente con una cuestión biológica (el hecho de ser Medusas y medusear). Navegando los mares con timidez, las medusas se reproducen noche a noche, marea a marea, haciendo el amor con amor, reproduciéndose con cariño y velocidad.

Para seducir, el Meduso elige un disco de Caetano Veloso, un sirah-bonarda y un sillón bien cómodo. Resulta sorprendente, pero hablan bastante y bastante bien, con pausas, soltura y adjetivos amigables. Ante el espectáculo, las medusas sonríen, se dejan trabajar y aprecian la minuciosa lentitud de los medusos. Cuando ambos se hartan del preludio, comienzan a amarse.

martes, 11 de septiembre de 2007

Exquisiteces Asadas y misceláneas de Belgrano.

Witold Gombrowicz dice que escribe literatura personal porque le resulta imposible hacer otra cosa.

Hace treinta años comí entraña con puré sobre una mesita de madera apoyada en la vereda de Ciudad de la Paz, a dos cuadras de Av. Federico Lacroze. Enunciarlo, aunque sea tiempo después, es una forma de quedarme con esos sabores y una conversación de mediodía. Estaba nublado, como suele suceder a principios de septiembre cuando el clima cambia y la humedad recuerda que es Buenos Aires.

El lugar lleva el nombre de “Exquisiteces Asadas”, y lo atiende una señora que con mucho orgullo cuenta a sus clientes lo buena que está la carne ese día. Cuando yo fui, su simpatía estaba mejor que la carne, y su genuina bondad me hizo olvidar que más allá de la fama cosechada en el barrio, la carne estaba un poco dura.

Volviendo a la primera línea, pienso lo siguiente: escribir para vivir un poco mejor, o al menos para demorar los procesos del olvido, ya es suficiente. Que en un papel se impriman acontecimientos que de otra forma habrían sido perdidos.

martes, 4 de septiembre de 2007

Poetización.

Sobre la despoetización he hablado tanto, quizá en todos mis breves textos, y puede que no valga la pena reincidir. También hablé bastante de Atilio, de su visión de la poetización/despoetización de los hechos de la vida, y cómo entiende ese proceso como un ciclo inevitable (y algo atroz).

La oscilación entre la maravilla plena y la baldosa cruel, entre la fantasía y la llanura espiritual, es la disputa que se juegan nuestros días en el mundo. Un perro pensativo en una esquina –hay uno en Belgrano- o una panadería atendida por el señor Pedro; ambas maravillas o simples comentarios. Están allí, las mandarinas en el cajón de la frutería, un kiosquero viejo de simpáticos ojos azules. Los detalles más notables o simples agregados sin mucho que aportar a una descripción de uno o varios días.

La conclusión es dramática: podemos notar mucho o poco de la vida, de lo que hay en las veredas, podemos viajar o quedarnos. Podemos o no percibir. Lo terrible es dejar de sentir asombro ante ciertas brevedades.