sábado, 3 de marzo de 2007

Comentario sobre Atilio

Me quedó en el tintero acotar que si este hombre es feliz en sí mismo, sin necesitar nada más que su conciencia (que debe ser como un jardín muy verde y armonioso donde Atilio descansa mirando un paisaje de plenitud), entonces el amor que este hombre concibe también es en soledad. Amor sería igual a ostracismo (mejillonismo, almejismo), siempre con uno mismo y en una paz perpetua.

Consejos de Atilio

Pedir un con consejo a Atilio es muy parecido a pedírselo a un andén vacío.
Cuando hablábamos de amor en nuestra juventud, él ya había despegado hacia otro lado. Era un hombre contemplativo. Tuvo mujeres a las que quiso mucho, pero jamás lo vi perder la calma. Este hombre es un enorme misterio.
Contrariado por alguna circunstancia poco importante un sábado nos sentamos en un banco del Puerto de Frutos. Atilio cebaba mate mirando el río. Sabía que yo estaba nervioso y quería hablar con él. Pero no dijo nada. Era su manera de enseñar. Incapaz de esquivar ansiedades estúpidas hablé de una mujer. No digo que no escuchara, pero ninguno de sus gestos cambió en absoluto. Apenas asintió cuando hice silencio, abstraído mirando en río. Me miró, sonrió, estiró un mate.
Era su manera de enseñar.