martes, 26 de junio de 2007

Mejoramiento de Metáforas.

Delirio o no, Atilio organizó un controvertido taller literario en el que asesoraba a sus alumnos en la construcción de metáforas. Originalmente el curso se llamó: “Lo que no hay que escribir para mantener la dignidad.” Aunque fue más conocido por “Mejoramiento de Metáforas.” La mecánica era la siguiente: los alumnos se reunían en un aula con sus cuadernos llenos de metáforas. Atilio los hacía leerlas en voz alta, mientras él recorría el aula (probablemente la cocina de su casa hasta que inauguramos la sede oficial del CES en un café de Congreso). Despreocupado por su arbitrariedad, Atilio opinaba largamente sobre las metáforas de sus alumnos. Mencionaba las virtudes de la sinéresis, la innecesaria persistencia a describir en exceso. Se preguntaba, extendiendo la pregunta a sus alumnos, por qué la gran mayoría hablaba de amor. Sus alumnos, que le tenían mucho respeto, tomaban nota, aceptaban sus cambios, producían violentas reescrituras. Referiré uno de los casos más paradigmáticos.

Uno de sus alumnos (yo), había escrito: Paula dormía enroscada como un arrecife de tela. Tras la primera modificación, la frase quedó: Enroscada como un arrecife de tela, Paula duerme. El alumno (yo) comprendió que el uso del presente le daba vida a la imagen. Atilio prosiguió en su crítica, anonadado por la necesidad de sus alumnos por decir siempre tantas palabras. Acepté su última sugerencia. Después de todo, él era el poeta de Tigre. La frase quedó así, mucho más perfecta: Paula duerme.