domingo, 20 de mayo de 2007

Cuando una Noche.

Cuando una noche, Paula reapareció. Pensé: Tentativa de Paula, Tentativa de tecla tecla hasta ese rincón donde toma vino en una taza (ante la evidente escasez de copas). Pensé, no sin temor: Tentativa de rechazo de Paula, de relato (odiosamente lento) de Felicidad de Paula en el último tiempo o bien Hábitos de una Paula Alegre, narrada por ella en primera persona con la frente orgullosamente alta. Pensé: Tentativa de Noche Solo, o Crónica de Retiro (el barrio) Nocturno, motivado por la manera en que ella, casi con seguridad, me haría calcular con femenina sorna el alcance de su renovada felicidad. Pensé: Argumentos y giros de Paula, de los que recuerdo fragmentos como estoy conociendo Buenos Aires o fui al Teatro o y vos cómo andás, tanto tiempo, a lo que yo probablemente respondería con una Tentativa de Respuesta Altiva con altas posibilidades de fracaso. Consideré la situación. Resolví levantar mi copa de vino, gesticular lo menos posible, asegurarme que ella me viera, y descartar la posibilidad de tecla tecla tecla hasta donde estaba ella y someterme a sus femeninas crueldades. Ella me vio, alzó su taza (ante la evidente escasez de copas), y me sorprendió con sus nueve o diez tacos, la sutil aproximación esquivando personas. Sus palabras forzaron mi Tentativa de Comienzo de Diálogo, tuve que responder con alguna timidez, y las mujeres saben muy bien que no hay idiotez que supere la de un hombre que finge seguridad. Pensé, mientras me enteraba de trivialidades y exponía las propias, en la Tentativa de que Paula y yo, idea que mi superstición impedía terminar de enunciar, siquiera en silencio. Entonces, Paula ahí, renovada su belleza y con el magnífico adjetivo del vino tinto emborrachándola con moroso deleite (lujo ajeno), toda pollera y taco, toda cintura y brevedad, estaba conmigo una noche de mi juventud, como tantas otras, a punto de irse o de quedarse, a punto de que tener que responder a mi idea: Tentativa de Propuesta o bien Tentativa Azarosa de continuar esa conversación en un Lugar Más Tranquilo, proposición que finalmente llegó, no sin haberme envalentonado con un repentino y previo sorbo de vino. Paula y su abominable Tentativa de Histeria o Tentativa de que el Hombre Insista estaban allí, toda quietud y sonrisa (oscurecida por el vino), a punto de reír. Sin dejarme terminar mi frase (la frase que la invitaba conmigo a otro sitio), me tomó la mano, dijo vamos, y salimos los dos, sin saludar a nadie, a la soledad del barrio de Retiro. Antes resolver cuestiones logísticas (taxis, locaciones, brebajes), me permití un último esbozo: Tentativa Infructuosa de Hacer el amor con Paula y no amarla al Amanecer.