lunes, 17 de septiembre de 2007

Histeria de las Medusas.

Cuando les toca, la histeria de las Medusas es terrible. No es exactamente fingir lo que hacen, sino más bien inventarse problemas. Pero ellas, que flotan los mares, dicen no saber lo que les pasa.

Entonces se sientan en bares, piden café, leen libros complejos y los comentan, se convierten en Medusas intelectuales, hacen pausas imprevisibles al hablar, se asombran con el otoño o la primavera. Y los Medusos, que flotan los mares, las siguen porque está en su naturaleza y porque quieren hacerles el amor. Ellos las siguen por interés; ellas se dejan seguir porque así, se sienten lindas.

A los humanos les gustan los promedios. Por eso no distinguen –ni podrán hacerlo- las técnicas de flotación de las Medusas. Son todas diversas, incluso no hay dos Medusas que floten igual. Flotan moviendo levemente el cuerpo de lado a lado, haciendo ruido al caminar, moviendo la cintura; algunas se ponen pollera y medias negras –y los Medusos se vuelven todos locos; otras flotan en silencio, una falsa incógnita que fascina a los cautos espectadores.

Los Medusos, al parecer, son bastante tontos. Siempre andan detrás de alguna medusa flotante que lo esquiva y se le aleja aprovechando las corrientes marinas. Otras medusas invierten buena parte del sueldo en maquillaje y perfume, aunque lo usan poco porque con tanta agua alrededor la pintura se corre y el aroma se pierde entre el olor a alga.