lunes, 9 de abril de 2007

Aplicación del Sartenazo

Uno de los tratamientos ejemplares ofrecidos por el Centro de Estudios Siniestros (CES) consistía en la aplicación de uno o varios sartenazos en las sienes. Según testimonios de los pacientes, la primera sensación producida por el sartenazo es una profunda purga seguida de obnubilación. Los efectos secundarios, más allá de los moretones, eran subsidiarios.

¿Quiénes se acercaban al CES para la aplicación del sartenazo? En su mayoría se trataba de hombres que sufrieron arduos desencuentros amorosos. ¿Quién aplicaba los sartenazos? Atilio decía ser el único capaz de aplicar la embestida redentora. Se trataba de un golpe seco y fuerte, en medio de la cara, pero que no debía provocar dolor sino epifanía. En general, los aplicantes daban un tremendo grito, caían al suelo, y se levantaban renovados agradeciéndole a Atilio y comentando con los demás sobre su buena mano para la aplicación.

Una vez, en 1971, cuando Paula ya era alucinación y penumbra, me acerqué a la casa de Atilio en el Tigre y le insinué la necesidad de recibir el golpe de sus manos. Atilio comprendió todo en un instante, limpió el aceite de la sartén que tenía sobre una hornalla, me pidió que cerrara los ojos, y arremetió contra mi cara. No grité, no caí. No abrí los ojos por un rato. No sentí dolor, no sentía más a Paula. No tenía cabal noción de dónde me encontraba, pero así y todo caminé un rato por el Tigre y me tomé el colectivo a mi casa. No pensé en Paula nunca más, hasta la General Paz.