jueves, 23 de diciembre de 2010

Tónico contra la ambigüedad.

De tanto conversar él mismo y escuchar conversaciones ajenas, Trimarchi notó que una de las dificultades más comunes en el Sótano de las Bailadoras era la ambigüedad.

¿Qué quiere decir esto?

La respuesta no es menos ambigua que la patología.

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Lo que sí pudo hacer Trimarchi fue ofrecer una solución. Inventó un tónico e inventó también sus propiedades curativas.

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La audacia de Trimarchi radicó en adjudicarle a ese tónico toda una serie de propiedades benéficas. Como buen vendedor, era plenamente conciente de que lo único que necesitaba hacer era sembrar el mito. El germen de un mito fuerte, pensaba, cura cualquier cosa.

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A eso dedicó Trimarchi muchas de sus horas en el Sótano.

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El tónico, que vendía de manera clandestina, estaba hecho a base de vino de damajuana, soda y granadina. En algunos casos, cuando la ambigüedad a resolver era considerable, reforzaba la bebida con un chorrito de alcohol etílico. Los Parroquianos, siempre discretos, se le acercaron a pedirle el producto.

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La fabricación de la bebida tenía lugar fuera del Sótano. La entrega de las botellas, unas coquetas vasijas de vidrio ocre, se hacía a la salida en algún lugar lejos de los ojos del Dueño.

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Trimarchi no tenía intenciones de competir con el Dueño del bar, y por eso se había convencido de que el tónico no significaba una competencia, sino más bien un complemento. Se convenció también de que los compradores del tónico, animados por sus propiedades curativas, consumían más alcohol dentro del Sótano.

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Trimarchi aseguraba que el tónico aceleraba los procesos en la toma de una decisión. La bebida proporcionaba un envión anímico junto con una placentera sensación de seguridad en uno mismo.

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Parroquianos y Advenedizos no tardaron en probarlo y comentar sobre los resultados. Siempre en un ámbito de reserva y discreción, dado que el Dueño tenía oídos por todos lados.

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En uno de sus discursos para captar nuevos clientes, Trimarchi mencionó que para quienes la habían perdido, la bebida devolvía la convicción.