jueves, 12 de julio de 2007

Y no me venga (respuesta de Atilio).

Dejé el texto "Eternidad de la Tarde" unos días para darle tiempo a su lectura. Me permito algo que no frecuento hacer, un comentario personal. No estoy de acuerdo con los textos largos. No estoy demasiado de acuerdo, claro, porque a veces el contenido (o lo que los textos contienen, que no siempre es contenido) exigen cierta duración. Por eso me abstuve de agobiar y preferí no publicar nada desde el lunes. Pero Atilio contestó. Se pronunció y no me quedó otra que transcribirles lo que me llegó por escrito. Abajo, el texto:
Y no me venga (contestación de Atilio).

"No me venga con elucubraciones, carta de Atilio en respuesta a Álvarez Gómez, no me venga con que la tarde y el frío, la frazada, su frazada, por favor, dice Atilio, ¿no encontró una metáfora mejor? ¿No aprendió nada en el curso que dicté? O fue hace tantos años ya, sí Atlio, fue hace como treinta años, aún salíamos a ver la ribera. Disculpe, Álvarez, no le parece mejor así: aún, la ribera. Usted, usted, contesta Álvarez, recuerdo de conversación cerca del Café del Molino, recuerdo del tenebroso barrio de Congreso, usted siempre con la frase justa, Atilio. Por eso somos amigos, porque usted me ayuda a pensar.

El tono de reproche, Atilio con su no me venga con que ahora le da por la nostalgia, y yo que quiero aclararle que siempre fui nostálgico aunque usted, Atilio, considere la nostalgia como una pérdida de tiempo. Coincido con usted, ante todo la nostalgia es el sufrimiento por el tiempo perdido, por los pasos caminados, por lo que se fue, ya sea una mujer o un alfajor Suchard ingerido en una caminata vespertina.

Yo discuto con usted pero yo también discuto con usted, Álvarez, querido amigo, lo que digo es que no me venga con el fuego y su extinguimiento, con el patetismo existencial o con el miedo a la muerte. Ojalá que usted se poete y se olvide, yo me poeto, una tarde como la que usted narra yo la prefiero con medialunas; antes que la tristeza y los delirios de coherencia me teconlecho y me medialuno, me garrapiño, sostengo que ante la profunda pena conviene manzanaacaramelarse, ser abuelo, tener nietos, sacarse a pasear, recordar lo recordable, echar otro leño al hogar. Coincido, Álvarez, que a veces sucede amar amar amar a una mujer, y que los principios no son todos los mismos, además dejo el cinismo de lado porque quiero que usted se poete."