Teclas.
Escribir es ante todo tecla tecla tecla, una idea viene y se queda un rato, escapa y vuelve transformada. Ante todo tecla y pausa, letras en letras, palabras o palabritas que a veces dicen cositas. Nada más que palabras, un atardecer en Congreso, un muro y una confitería, palabras que para mi son una cosa y para otro, no sé. Ante todo sé que si digo, digo con palabras porque no conozco otra forma, pero también sé que cuando digo con palabras, en realidad es ante todo tecla tecla tecla. Y si digo geranio y pienso en mi abuela Esther, uno que vino de casualidad a leer esto va a leer sólo tecla tecla tecla, y nunca va a pensar en mi abuela, en Villa Adelina los domingos, en un radio grabador Hitachi o en las figazas de la panadería La Española. Entonces esto es raro, porque digo figaza y el que viene lee tecla tecla, y yo digo Esther, abuelita, y el que justo pasaba lee tecla tecla tecla. ¿Entonces qué? No queda otra que tecla, otra que decir hola Rafael, abuelo mío, tecla tecla tecla, recuerdo cómo jugábamos a los aviones en mi infancia remota que ahora es sólo tecla tecla, que ahora es sólo fragmentos tecla del pasado, ideas tecla del pasado, aromas y conversaciones entre un niño y su abuelo tecla. No me queda tecla nada más tecla que hacer que tecla tecla y suspirar, aguardar que alguien tecla tecla lea esto y no piense u oiga tecla tecla sino que logre verlo a él, al Rafa, como decía mi papá, y en vez de tecla tecla se tome uno de sus mates siempre con espuma, u oiga sus historias de aviones y despegues, que lo oiga decir propulsión a chorro y otras palabras que yo escuché, y que ahora sólo puedo traer con tecla tecla tecla.
Escribir es ante todo tecla tecla tecla, una idea viene y se queda un rato, escapa y vuelve transformada. Ante todo tecla y pausa, letras en letras, palabras o palabritas que a veces dicen cositas. Nada más que palabras, un atardecer en Congreso, un muro y una confitería, palabras que para mi son una cosa y para otro, no sé. Ante todo sé que si digo, digo con palabras porque no conozco otra forma, pero también sé que cuando digo con palabras, en realidad es ante todo tecla tecla tecla. Y si digo geranio y pienso en mi abuela Esther, uno que vino de casualidad a leer esto va a leer sólo tecla tecla tecla, y nunca va a pensar en mi abuela, en Villa Adelina los domingos, en un radio grabador Hitachi o en las figazas de la panadería La Española. Entonces esto es raro, porque digo figaza y el que viene lee tecla tecla, y yo digo Esther, abuelita, y el que justo pasaba lee tecla tecla tecla. ¿Entonces qué? No queda otra que tecla, otra que decir hola Rafael, abuelo mío, tecla tecla tecla, recuerdo cómo jugábamos a los aviones en mi infancia remota que ahora es sólo tecla tecla, que ahora es sólo fragmentos tecla del pasado, ideas tecla del pasado, aromas y conversaciones entre un niño y su abuelo tecla. No me queda tecla nada más tecla que hacer que tecla tecla y suspirar, aguardar que alguien tecla tecla lea esto y no piense u oiga tecla tecla sino que logre verlo a él, al Rafa, como decía mi papá, y en vez de tecla tecla se tome uno de sus mates siempre con espuma, u oiga sus historias de aviones y despegues, que lo oiga decir propulsión a chorro y otras palabras que yo escuché, y que ahora sólo puedo traer con tecla tecla tecla.