viernes, 23 de marzo de 2007

Con quién comer

Sucedió un viernes parecido a éste (aunque los viernes, a pesar de los tiempos, tienden a un único viernes), que llegado el mediodía no tenía con quién comer. Sobrellevé la aparente tragedia. En una esquina de Belgrano, en la pizzería "Mi Matute", adquirí dos de carne y dos de queso y cebolla, que mastiqué caminando por Amenabar. Llegando a una esquina, fui feliz, en parte por el queso fundido, en parte no sé. Encontré un escalón cómodo y me senté con la espalda recta sobre la pared, a que mi estómago continuara con la festividad de la digestión. En total duró no mucho más de veinte minutos.