martes, 17 de julio de 2007

Desconceptualización.

Hacia 1970 Atilio se propuso construir un discurso desconceptualizado. No lo logró. Su desconceptualización se convirtió más que nada en un viraje, es decir, la sistemática elusión de los conceptos derivó en otros, difusos y más complejos al entendimiento.

En vez de hablar de amor (Atilio lo consideraba ante todo un concepto histórico, ergo cultural), decía “aleta, aleta”, sin aclarar si se refería a una aleta de un pez, o al movimiento de un ala de ave, que en todo caso sería “aleteo, aleteo”. Atilio eligió decir “aleta, aleta” convencido de que con esas palabras aludía la misma sensación que al decir “amor”. Más aún: diciendo “aleta, aleta” evocaba una noción (si es que el amor lo fuera) mucho más amorosa que la evocada por la palabra amor.

En vez de hablar de enojo o ira, simplemente decía “des-aleta”, o incluso “des-aleta-aleta”, para casos de furia exagerada.

Para comprender su cruzada contra los conceptos: Atilio se negó un día a hablar con las ideas existentes y se propuso crear nuevas; más que una desconceptualzación, se trató de una reconceptualziación, una actualización de nociones y pensamientos que la humanidad utilizaba sin agregarla nada más que su individualidad, lo que tendía (en su opinión) al inefable ocaso de la alegría.