jueves, 18 de enero de 2007

La Casona de Congreso

A los setenta y dos años caminaba por la calle Rivadavia cuando una señorita (cómo entró en esas calzas, no lo sé) me extendió un papelito. Todo indica que Maria y Mica, "primas y fiesteras", invitan a pasar un buen momento en La Casona de Congreso, lugar de regocijo y fuertes emociones. Qué generosas mujeres, qué nobleza de espíritu que por treinta pesos, presentando este papelito, hacen descuento. No acepté la invitación porque Álvarez Gómez tiene setenta y cinco años, que a veces es lo mismo que tener tres o veintiocho. Pero hoy me sentí viejo y ajeno al mundo, y preferí caminar hasta La Americana y pedir un café en jarrito, y mirar (largas horas) por la ventana.