lunes, 14 de mayo de 2007

Tentativas de moroso deleite.


Tras haber leído la expresión moroso deleite, acuñada por el mismísimo Jorge Luís Borges, sucedió que. No se trata exactamente de un plagio; humilde opinión esboza una forma de homenaje.

Tal es así que el moroso deleite comenzó a colarse en la realidad. Por ejemplo, cuando en un estadio de fútbol el hombre de la camiseta número diez frenó la pelota, levantó la cabeza, y asistió al furioso (y algo torpe) delantero que terminó haciendo el gol de cabeza, yo comprendí que lo había hecho con moroso deleite.

Cuando el panchero desparramó mostaza sobre el pancho de un cliente, lo hizo con moroso deleite. Cuando seis semanas después, Paula se desvistió en mi departamento después del vino, sus dedos tomaron la tela de su remera ajustada con precisión, y quizá también moroso deleite.

Cuando hicimos el amor, la placentera lentitud se transformó en moroso deleite. La oscura pareja de saetas que Paula llevaba en los ojos por esos años, se transformó en ojos negro que miran con moroso deleite.

El amor que yo le tenía, la sutil manera de disfrutar de sus gestos: mi secreto moroso deleite.