sábado, 23 de agosto de 2008

Sobre lo no literario de la mañana.

Sobre lo no literario de la mañana. O lo no literario de esta mañana. Empecemos con un hipotético viaje al trabajo. Sigamos con una hipotética llegada al trabajo. Con un invierno, el saludo cordial de las mañanas. O bien, antes de entrar en una oficina, la opción siempre grata de demorarse en un café y pedir un submarino, y la posiblidad, siempre latente, de que a su mesa lo traiga Elvio, un hombre de treinta y siete o cuarenta y dos, imposible saberlo, a lo que usted responde inclinando la cabeza, gesto célebre y quizá un poco escueto para el pobre Elvio que es pelado y siempre le trae lo que le pide. Nótese que en este texto no literario, le hablo específicamente a usted. Y usted se alegra por dentro porque ya huele el chocolate derritiéndose en el vaso de leche caliente, y si no lo huele es porque en ese bar, a diferencia del café Bar Aconcagua, le entregan la barrita de chocolate cerrada para que usted mismo proceda a abrir el plástico y tirarla adentro de la espuma.
Así demora el comienzo de su mañana, ya se cruzó con Elvio, a quien verá al mediodía para pedirle una milanesa, ya escuchó algunos noticieros, ya está preparado para ingresar al deber. Esto lo digo con ironía, que tengo que explicitar porque este texto no es literario, lo que permite muchas otras cosas que la literatura no permite, con el único agravante de correr el riesgo de no salir nunca del cajón.
Lo no literario de esta mañana sigue, para mí o para usted, con un mate que a usted o a mí nos parece literario, y por lo tanto lo quiere compartir con alguien que se anime a leer lo que usted o yo pensamos sobre el mate, lo matinal, la mañana, pero algo le dice o nos dice que nos detengamos, que no hace ninguna falta perder tiempo en decir algo sobre el humo verde, sobre la temperatura del agua, porque como dice Atilio, que usted quizá no lo conozca, no tiene ningún sentido insistir en cuestiones como el tango o el mate, porque "fueron completamente vaciadas de sentido poético gracias al abuso que que se hizo de ellos", afirmación que me permito reconocer como válida o respetable. Así se interrumpen las mañanas no literarias, a usted lo llama su jefe o a mí me llama el mío, me encarga algo, yo lo anoto en un papel, usted en su agenda o su libreta, y nos disponemos a cumplir con el deber, para eso estamos acá y no para esto.