jueves, 19 de abril de 2007

Nociones Apocalípticas

Alguna tarde se puede nublar así a pesar de la hora, pueden aflorar relámpagos y el cielo se puede oscurecer. Sucede que el hombre mira al cielo con temor como lo habrá hecho en un momento primitivo –pre-lenguaje, i.e. pre-histórico (entendiendo la historia como la lectura del hombre de sí mismo)- y se pega un susto tremendo. Y no ha tu tía. Porque el cielo se ha ennegrecido, porque mejor (en lo materialmente posible) estar adentro, encender la televisión y arroparse; calentar agua y esperar, porque nadie quiere que la tormenta trascienda el fenómeno meteorológico y se convierta en terror puro, en terror no interpretado (no me diado por el lenguaje), y que ese terror sea acontecimiento. Miedo concreto. Entonces, en estos momentos (como esta tarde), mucho mejor ser humano y estar mediado por la razón y el lenguaje. Porque de esta manera, esta tormenta tremenda no es más que una buena excusa para ver cine o leer un libro, en vez de constituir un miedo ancestral que fuera capaz de forjar mitos sobre dioses, el Bien y el Mal.