Escribí dos modestas cagadas de paloma que ilustran el adoquín. Esa leve lágrima, ese esforzado despojo: lo único que tengo. No me quejo: las palomas han cagado sobre bellas estatuas y edificios, copiando con entusiasmo de joven los contornos del original. Me conformo con hacer cagadas de paloma, humilde lámina de mierda sobre lo que en verdad es bello.
miércoles, 13 de junio de 2007
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