martes, 8 de mayo de 2007

Azar y Funes.

El mejor momento para abordar el cuento de Borges es precisamente éste, ya que no recuerdo demasiado bien los detalles. Entonces, me dispongo a hablar sobre la magnífica cualidad de Ireneo (recordar todas las imágenes con una minuciosidad tan intensa como la realidad) a medida que olvido los detalles e imágenes suscitadas al momento de la lectura. Creo que el mensaje borgiano se intensifica a medida que el lector olvida esos detalles, y con eso, con lo que le sobra, con lo que se le entreveró (por que pasó tiempo, porque pasaron trenes, hojas de lechuga, pasos sobre una vereda, el timbre del “2 A”, el profundo amor por una profesora) intenta hacer un comentario que se oye como a la distancia. Tal es así que éste texto -que comenta el original Funes, el Memorioso- es nada más que un eco apagándose en los bordes de la memoria, materia humana y febril.

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