martes, 6 de febrero de 2007

El Tocador de Fondos

Como todo poeta, Atilio, mi amigo de Tigre, toca fondo. En repetidas ocasiones me ha citado en bares, ha ordenado cerveza diciendo: "toqué fondo". Acontecimiento habitual en hombres de letras, Atilio concoe la desesperación.
Sin embargo, un hombre dócil como él aprende de sus errores. Sustituyó su penoso lamento por una hamaca paraguaya. Además, colocó en el fondo una parrilla basilera y dos sillas para recibir visitas. Su primo arquitecto instaló un jacuzzi sobre un deck de madera, para días de sol. Su madre le envió en una bolsa avellanas y nueces. Un amigo somellier le hizo llegar de mendoza seis cajas de malbec. Consiguió una alacena y se aprovisionó: chorizo seco de Urdampilleta, queso de cabra, picles, aceitunas negras, tostaditas y atún. Sus amigos contrataron una compañera promiscua para noches de instrospección. Sobre una mesita de luz ordenó libros y colgó una dicroica de un arbol para leer de noche.
Así de equipado, Atilio le perdió miedo a tocar fondo. En adelante fue horrorosamente feliz.

No hay comentarios: