viernes, 27 de abril de 2007

Relatos Hipocondríacos

Confieso que cuando Atilio mencionaba fantasías apocalípticas yo temblaba como una hoja. En sucesivos brotes paranoicos temía caer gravemente enfermo e ir muriendo de a poco, a lo largo de los años, con aquella hipotética enfermedad que le impedía creer en una existencia más liviana, menos real, no tan molecular.

En estos ataques de conciencia animal, Atilio reventaba de ideas temibles. Intentaba adivinar, a cada acto, su contraparte orgánica. Todos sus movimientos se volvieron procesos, resultados, consecuencias neurológicas. Sus estados de ánimo se tradujeron en poderosas ecuaciones, entreveros de sustancias químicas que producían alegría, deshonor, apuro, nervios. Incluso amor, delirios poéticos, amabilidad. Era terrible.

La segunda confesión es que quizá estos temores orgánicos (no sé cómo llamarlos) fueran solo míos, y no tanto del poeta de Tigre. Él hacía elaboraciones conceptuales, yo moría en el terror. Él vociferaba epifanías, yo me encerraba en el baño, descompuesto, con la horrible certeza animal de que ante todo, somos cuerpos cumpliendo funciones vitales.

No puedo soportar la idea de un paso únicamente biológico por la vida.

8 comentarios:

L ... dijo...

A.G.:
antes que nada gracias por los saludos de cumpleaños. Ha sido ud. muy amable.

A veces creo que por suerte somos, ante todo, un cuerpo - que vive, vibra, arde, percibe, explota, expresa, sufre, siente - (esa es la parte simple del asunto). Pero sé que no solamente somos eso.. (esa es la parte complicada) ...

L ... dijo...

A.G.: disculpará ud que le deje dos comentarios seguidos, y extensos... es que me puse a leer (abril, marzo y voy por la mitad de febrero) y sus escritos me encantan... veo algunas coincidencias que me parecen maravillosas, como el amor por "el maestro" como ud le dice R. Arlt - a veces creo que si hubiese vivido en su época me hubiese enamorado locamente de él - ... o esas descripciones sobre las sensaciones de un amor perdido, las discusiones entre sexo y hacer el amor, sobre la ciudad, etc., etc. Pero quiero decirle una cosa en la que creo que se equivoca, y debo decir, que en forma rotunda: con palabras sí se llega al cuello de una mujer... créame. (eso sí.. no son palabras cualquiera).

PD: "Las distancias no hicieron nada. Todo esta aquí". Piénselo.

Álvarez Gómez dijo...

Laura, le agradezco mucho ambos comentarios. Me alegra mucho que le gusten mis crónicas y que se tome el trabajo de leer incluso las de mesea anteriores.
Lo de llegar o no al cuello de una mujer es relativo. Usted tiene razón, pero yo también. Cuando Paula ya es Paula olvidada, es imposible colgarse de su cuello, por más frases o versos, por más pasión volcada al papel, por más verbo.

Saludos, gracias de nuevo.
Atte.,
AG

volvidejapon dijo...

imagínese don Alvarez los personajes de ficción que sólo tienen un paso tipográfico por esta vida.......

SISIFO dijo...

es el eterno problema del inteligente esta condenado a la desesperacion, cuando no, la tristeza y el pavor al olvido..
Es un tema que ami tmb me tiene muy preocupado..

Disculpe este exceso de confianza pero le dejo algo que escribi en algun momento: http://aquitienesuvuelto.blogspot.com/2006/08/pensamientos-fugaces.html

Maga dijo...

No soportando la idea quizás pueda, Alvarez, aportar un verso.

La magia de la disconformidad.
El motor de la humanidad, escuché decir.

Saludos

SISIFO dijo...

gracias don AG. solo queria mostrarle el que usted leyo..

mision cummplida..

Álvarez Gómez dijo...

Rucci, y si usted tuviera razón, si la existencia de la palabra fuera aún más material que la nuestra? Y claro, a fin de cuentas existir es sólo tecla tecla.

Maga, gran fras.

Sísifo, leí el texto, muy bueno.