miércoles, 24 de enero de 2007

Nostalgia y Melancolía de los Alimentos

Las supremas de pollo que produce la Confitería L´Aiglon (Callao y Btme. Mitre) son nostálgicas. Los canelones que vende el Disco (blancuzcos, verdurientos, feos) son melancólicos.
El agua de la canilla (disponible en esta cocina) es melancólica.
El café humeante en un café porteño es cliché (es mentira y al pedo).
Decir cliché es pelotudo y notálgico.
Las Medialunas de La Americana no son nostálgicas ni melancólicas: son horribles.
Las medialunas del abuelo, baratas.
El mate a veces es nostálgico (cuando recuerda a Albornoz o a Aureano, soldados contra la solemnidad); a veces es melancólico (cuando es la única áctividad posible); a veces está frío y a veces podrido.
Los yogures dietéticos no tienen gusto a nada, salvo lo que sí tienen gusto y por ello son nostálgicos, porque siempre tienen menos gusto que el que el original yogur, son el nacional B del gusto, el equipo de volley del gusto, el ático telarañoso del gusto, el mingitorio del gusto, la letrina del gusto, el espejo de baño de estación de servicio de la ruta del gusto, la ruta tres llegando a Caleta Olivia del gusto.
La nostlagia es más paposa que la melancolía; la melancolía es más pastosa que la paposa nostalgia.

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