viernes, 12 de octubre de 2007

Métodos de Seducción de los Dentistas.

Cosas como las que voy a narrar ya no suceden. Al principio de la primavera de 1972, sentados en el Café El Molino, Hugo Molina y yo conversábamos viendo pasar los taxis y las medialunas. Hugo, mi amigo dentista, estaba refiriendo una práctica que había comenzado a implementar con éxito los últimos meses. Una técnica de seducción. El preludio fue tan interesante que callé y di pie a que comenzara.

Resulta que los nervios y el estress, decía Hugo, provocan muchas reacciones en el cuerpo. Una de ellas, relacionada a la dentadura. Muchos de sus pacientes sufrían de un trastorno leve pero nocivo, cuyo nombre ahora no recuerdo, y que consiste morder durante las horas de sueño. Las consecuencias son severas: el desgaste innecesario y prematuro de la dentadura.

Una mañana de junio, meses antes de aquel encuentro en El Molino, una hermosa mujer entró a su consultorio. Abrió la boca y fue inspeccionada por la mirada de Hugo. Al terminar su labor, comentó: usted tiene un trastorno nervioso que se manifiesta durante la noche. Sorprendida, la mujer se incorporó en el asiento y pidió más explicaciones. Hugo describió el mal que sufría, e hizo especial énfasis en las consecuencias. Para su provecho, exageró: pérdida total (e irrecuperable) de la dentadura a la edad de treinta años. La mujer desesperó, y le pidió que por favor hiciera todo lo necesario para curarla. Simulando seriedad, Hugo la tranquilizó, pero aclaró que debía encomendarse a un tratamiento innovador. Ella aceptó.

El método –controvertido- dio resultado. Dado que los síntomas aparecían durante la noche, Hugo invitó a la mujer a pasar la noche con él. Para evitar que se mordiera la boca y gastara sus dientes, se puso una camisa limpia, perfume, y la llevó a un restaurante. Durante la cena hablaron de viajes y poesía, le mostró un anotador con ideas para un largometraje, mencionó a Charles Mingus y a John Casavettes. Tomaron mucho vino. Para continuar con el tratamiento, decía Hugo, ella no debía dormir sola. Para asegurarse de que funcionara, aclaró, debía dormir con él.

Como el respeto y la distancia atraen a las mujeres, decía Hugo, se ofreció a dormir en un sillón. Ella, contenta por la prudencia de su doctor, aceptó. A la mitad de la noche se cruzaron en un pasillo: ella iba al baño; él iba a verla dormir. Cruzaron palabras, pero no se besaron. Para meterse en su cama, sostuvo que se sentía inseguro de que a pesar de todo, su dentadura no estuviera estrellando mientras ella dormía. Por deber profesional, dijo, debía estar a su lado. Ella aceptó. Hugo se acomodó del lado izquierda de la cama, alejado de ella. A ella le agradó mucho su recato. Con una frase muy aguda se lo hizo notar.
Hicieron el amor cinco veces.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

ME QUEDO LA VERGA DURA. CUANTA SUTILEZA!

SISIFO dijo...

lo extrañaba don AG.. debo admitir que lo extrañaba

Lola dijo...

gran metodo de seduccion


yo termino siempre enganchada,
con esos igos de fruta

La Celestina dijo...

tonti le dicen al doctor...

•º·•ShÔw)V(êThé®aiN•·º• dijo...

vamos... fueron los métodos de él... o de ella?!

Sugus verde dijo...

Pensé que todo esto iba a terminar en un chiste obsceno.

Se lo extrañará. Supongo que el perro también.

Anónimo dijo...

yo sufro de bruxismo desde hace 6 años.


el dentista me recomendó tomar rivotril todas las noches. mi mamá se enojó y no volví más.
lo juro.


le está faltando poesía a mi vida.

Álvarez Gómez dijo...

Sisifo, qué bueno que pasa usted por acá. Regrese.

Lola, ojo que las mujeres se dejan seducir.

Qué tal, Celestina.

Show me the rain: usted lo ha dicho.

Sugus, me va a hacer llorar.

Maga, aparentemente la poesía se regenera. Regale la que usted tiene y recibirá más a cambio.

Salduos,

AG